!Ha llegado el tapizador, se tapizan sillas, sillones…¡ Perdón, quería decir, ha llegado el Sereno de Mordheim. Hoy ha tenido la segunda escaramuza de mi banda de Cazadores de Brujas en las frías calles de Mordheim, y aquí os traigo el informe.
Hoy solo hemos jugado dos jugadores y la partida nos ha llevado yo creo que poco más que una hora. Hemos estado más tiempo montando la mesa y charlando con unos y con otros que propiamente jugando. Digo esto porque existe una gran diferencia cuando se juegan partidas 1vs1 y partidas multijugador. Las últimas son en mi opinión mucho más divertidas, pero te llevan fácilmente toda una tarde.
Mi contrincante hoy ha sido el compadre J.A. y sus Marauders del caos, quién si os acordáis fue mi aliado en la anterior partida donde nos enfrentamos a la panda de gitanos. Su banda básicamente es idéntica a la que llevó durante su primera partida, salvo por el perrete que fue víctima de un ataque de tos causado por el romero que le quería dar una gitana. No salió de aquella… y no hubo fondos con que comprar uno nuevo en la tienda de animales de la esquina. El poco dinero que sacó vendiendo piedra bruja se fue a parar al papa de la banda de gitanos para pagar el rescate de uno de sus héroes que había sido capturado con fines sodomitas. Eso sí, gracias al boost de experiencia que se llevo, sus héroes y secuaces estaban un poco más fuertotes. Su banda, presentada al completo, alcanzaba las 8 miniaturas.
En cuanto a mi banda, tras la última partida dos de mis héroes cazadores de brujas se quedaron en el campamento a las afueras de la ciudad para guardar reposo. Diría que se quedaron para disfrutar de los placeres del lugar, pero aquello era un campo de nabos con olor a letrina. Así que poco iban a disfrutar. Sin embargo, gracias a la venta de piedra bruja me hice con un nuevo par de zelotes zumbados. Si al zelote que ya tenía le daba por jugar con su calcetín a modo de marioneta, uno de los nuevos debía ser primo hermano. Lleva un pescado de la mano a todos lados, y de vez en cuando se lo frota en las mejillas. Creo que le llama tenacitas. El otro no ha mostrado aún ninguna rareza, pero habrá que darle tiempo. Teniendo en cuenta mis dos héroes guardando reposo, consigo llevar a la ciudad a 9 soldados, incluyendo 3 héroes.
La misión que nos sale es la primera: Defender el botín. El jugador con menos miniaturas es el defensor, y debe defender el edificio central. El atacante gana si tiene más figuras que el defensor dentro del edifico o a 15cm de éste al final de cualquier turno del defensor. El caso es que el Capitán se enteró de que el compadre caótico le robó una medallita de San Cucufato – recuerdo de otra de sus amantes, quien también ardió en la hoguera acusada por mancebía- y se empeñó en recuperarla.
Mi rival divide su banda más o menos en dos grupos con los que protege las dos entradas principales del edificio en ruinas, repartiendo héroes y secuaces por igual. Yo decido dividir mi banda también en dos grupos para evitar un efecto botella en una de las entradas. Por un lado llevo al capitán con dos zelote y dos flagelantes, y por el otro, el resto.
Según las reglas, el atacante puede desplegar a 15cm del borde y tiene el primer turno. Técnicamente, podría empezar cargando desde el primer turno dada la proximidad del edificio objetivo. Pero como buena experiencia desalojando ocupas que tiene mis muchachos, saben que si uno se mete en un edificio vacío, por ley no se les pueden echar sin más. Así que deciden incentivar a los caóticos a salir de sus agujeros para luego meterse ellos. A tal efecto, despliegan pegaditos al borde y el primer turno se acercan lo suficiente como para ser el objetivos de carga. A lo South Park, ambos grupos utilizan sendos escudos humanos (o perrunos) con lo más chusta de la banda. La idea es alejar a los caóticos del edificio.
Los caóticos, atraídos por el dulce olor a rancio de hombres que solo se lavan una vez al año, salen de sus escondrijos para repartir jabón entre los Cazadores de brujas. En la parte sur, el jefe caótico junto a un par de héroes y un secuaz se lanzan de cabeza contra mi Capitán y sus esbirros. Cepillo y jabón en mano, le dan una buena tunda a uno de los zelotes que se queda atolondrado con el olor a lavanda. En la parte norte, el olor es más fuerte: si los cazadores de brujas se lavan una vez al año, el ogrete no lo hace nunca. Y en consecuencia, los caóticos cierran puertas y ventanas de la casa en ruinas para evitar que el olor entre en la cocina. Una pena que la casa no tenga tejado…
Durante los siguientes dos turnos las cosas se aceleran. En la parte sur, los caóticos renuncian a su intento de repartir jabón entre los sectarios cazadores de brujas, y en su lugar se ponen a repartir ostias. Un flagelante cae al suelo de un bofetazo, de tal gaita que se le quedan todos los dedos del caótico marcados en la cara. El otro flagelante, hasta arriba de fifa (este era el que en la anterior partida iba murmurando «paga la coca, tercer aviso»), hace carrerilla para usar su mayal y le da tal ostia a uno de los héroes del caos que lo manda para casa del tirón por esta partida, y por otras tres más (en la tirada de heridas post-partida le salió que se perdía las tres partidas siguientes).
Otro de los héroes seguidores de Khorne resbala al pisar sin querer una de las pastillas de jabón. El flagelante con la cara cruzada, una vez recuperado, aprovecha la situación para cobrarse venganza y le manda para casa sin pasar por la casilla de salida. Eventualmente, el secuaz y el jefazo caótico también reciben buenas tortas que los dejan tumbados. Hay que decir que mis flagelantes ahora están muy dopados al obtener +1 a la F como mejora tras la última partida. Ahora, en el primer turno del combate se plantan con fuerza 5 + 2 del mayal, 7. Es decir, un 2+ para herir que entra muy fácilmente y encima limita la salvación por armadura.
Una vez el capitán consigue despejarse, tras arrastrarse por el suelo, decide poner pies en polvorosa y corre a buscar su alijo dentro del edificio para devolver la estampita de San Cucufato y acabar con aquel estúpido combate.
Mientras esto ocurre, en el norte todo es un malentendido. El buenazo del ogrete se lanza a la carrera hacía los caóticos para agradecerles que no lo trincharan como a un pavo cuando quedó atrapado en el hollo en la anterior partida. Sin embargo, al llegar al edificio, uno de los caóticos espada en mano le muele la espalda a palos, causándole dos héridas superficiales y rompiéndole el corazón en mil pedazos. No obstante, se rehace enseguida, y a lo Bud Spencer se pone a repartir tortazos con su hacha a dos manos. Un secuaz y un héroe del Caos muerden el polvo, mientras el perrete se dedica a marcar el territorio meando en las esquinas. A todo esto, el Sacerdote Guerrero vuelve a hacer de las suyas y se escaquea del combate, disimulando como que está buscando algo mientras se arranca la cabeza con una mano.
Por otro lado, cuando el zelote con el pescado se asoma para espiar por una de las ventanas del edificio (a ver si pilla algunos nudes), se encuentra de sopetón con la espada de un caótico, quien lo manda de bruces contra el suelo. El Cazador de Brujas que está cerca decide hacerse el machote y se lanza a la carga contra el caótico, con tal mala suerte que se tropieza con el pescado que ha dejado caer el zelote. Esto le hace perder el equilibro, y el caótico aprovecha la situación para darle un golpe con el borde romo de la espada que le hace perder el conocimiento, a la vez que le dice «eres mu tonto» con voz de Javier Mota. Queda fuera de combate.
Y básicamente, la partida acaba en el turno 3 si no me equivoco, cuando tengo más miniaturas que el defensor en el edifico o a 15cm de éste. La partida se salda con un héroe cazador de brujas y dos héroes caóticos fuera de acción.
Las tiradas post-partidas nos salen medianamente decentes a ambos, lo cual viene a demostrar que en realidad da igual quién «gane» la partida. La suerte puede hacer que incluso quien pierda salga ganando al final. Mi rival se lleva 6 fragmentos de piedra bruja, 3 de ellos los encuentra en la tirada de búsqueda y los otros tres se los lleva como recompensa de la misión (por cada héroe, defensor o atacante, dentro del edificio al finalizar la partida te llevas un fragmento). Yo me llevo cinco fragmentos en total.
Las tiradas de heridas no son tan bonitas para los dos. De los dos héroes caóticos, uno sale perfectamente airoso, pero el otro se pierde las tres siguientes partidas. En cuanto al mío, cual ave fénix, sale más glorioso que nunca. Saco un doble 6: se recupera totalmente y encima se lleva un punto de experiencia adicional. Esto hace que este héroe adquiera una mejora, que viene a ser otro miserable incremento de liderazgo en +1.
Con la venta de piedra bruja, tras pagar el mantenimiento del agrete (y una pastilla de jabón), adquiero un nuevo flagelante. Mi banda, técnicamente, ahora está completa con 12 miembros (más el ogro).
Ya veremos que depara el futuro.
Ah! Con la emoción de Mordheim he decidido participar en un Kickstarter para hacerme con un pregonero y un nuevo sacerdote guerrero (o mago) con un brasero a la cabeza. Ya ha acabado, pero las miniaturas estarán a las venta en algún momento. No os lo perdáis, aquí.
Me encanta el relato, sin embargo me gustaría que mezclaras las imágenes con el texto porque si no te sale un muro que ni el de las lamentaciones.