La última semana de Abril el equipo de Modelbrush nos reunimos en las frías llanuras boscosas del norte de Europa en el istmo de Karelia: Finlandia. Desde hace algo más de tres años vive allí nuestro compañero Rubén, donde está completando su formación como doctor en biología molecular. Lo que en un primer momento iba a ser una visita de cortesía de Miguel, se convirtió en una expedición del equipo cuando Omar y Marcos decidieron sumarse a la aventura. Lamentablemente, en los vuelos cada uno íbamos repartidos en el avión, ya que cogimos los billetes por separado. Gracias a esto, Miguel descubrió el sufrimiento de viajar en un asiento central rodeado de gente que carraspea, Marcos pudo mantener una interesante conversación con una sueca divorciada con varias copas de más que iba a hacer el Camino de Santiago y mientras tanto, Omar disfrutó como un enano del Hearthstone.
DÍA 1 – 26 de Abril
El vuelo Madrid-Helsinki sale de Barajas a las 8:30 de la mañana, por lo que desde cada punta de la ciudad nos dirigimos al aeropuerto. Tras cuatro horas y media de vuelo nos recibe una tranquila nevada en Vantaa, el aeropuerto de Helsinki. Llamamos al renting del coche y nos confirman que nos vienen a buscar al aeropuerto en 5 minutos. Puntualmente, un señor bajito y peinado hacia atrás toca el claxon desde un coche: era Dino. El gran Dino. Nacido en Italia, se dedica a trabajos turbios en los países nórdicos. Esa semana le tocaba gestionar el alquiler de nuestro coche. Una vez nos recoge con NUESTRO coche, nos lleva hasta sus oficinas en un polígono a 10 minutos del aeropuerto. Tras una conversación extraña donde descubrimos que es una franquicia y cualquier duda del contrato es «lo que ponga en el papel», nos vamos confiados en que si sufrimos algún accidente la ampliación de seguro contratada cubrirá cualquier gasto, «porque lo dice el papel».
Comienza así un viaje de 450km en un Nissan Note con neumáticos de clavos para nieve hasta Joensuu, el pueblo donde vive Rubén y que queda a unas pocas docenas de km de la frontera con Rusia. Aunque ha nevado, la autovía está limpia. Recorremos cerca de 200km hasta Mikkeli, donde la autovía desaparece y se convierte en una deprimente carretera comarcal. Por delante nos quedan más de 250km a 100km/h con radares a 80km/h cada 20 minutos en los cruces de carreteras. Por suerte llevamos Rammstein en el móvil para amenizar el viaje. Hasta que Omar se cansa de los ruidos en alemán y propone escuchar la melodiosa conversación finesa con emisoras locales. Nos detenemos a tomar un café en una estación de servicio de Alaska, digo de Finlandia, y descubrimos que el café es de autoservicio. Tú pagas el vaso y tienes a tu elección una serie de cafeteras y depósitos de leche. Como gente humilde que somos, decidimos pagar el vaso más caro y llenarlo hasta la mitad de café, por si se gasta. Curiosamente, el viaje no se nos hace largo. Omar y Marcos se turnan conduciendo, mientras Miguel se dedica a buscar incansablemente algún alce cerca de la carretera (alces y renos aparecen con más frecuencía cuanto más subes al norte, llegando a encontrar manadas de renos (pastoreadas) que bloquean la carretera en Laponia).
Llegamos a Joensuu a las 20:00 hora local (recordad que Finlandia tiene 1 hora más). La nieve nos espera. En realidad, una tormenta de nieve. La carretera está completamente cubierta y seguimos las rodadas de algún valiente. Un simpático finés nos adelanta por la izquierda y como saludo nos lanza al parabrisas varios kilos de nieve. Tras un rato de conducción moderada llegamos a la calle de Rubén, una bonita estampa navideña gracias a los copos de nieve, la suave luz atenuada por las nubes bajas, el suelo completamente blanco… Tras aparcar en la acera y a punto de comernos unas escaleras ocultas por la nieve, descargamos los bártulos, nos aseamos y nos vamos a comer unas hamburguesas locales (en un restaurante americano) en el centro de la ciudad.
DÍA 2 – 27 de Abril
Nos levantamos no demasiado pronto. Omar es un crack y sus ronquidos son épicos… que lo cuente Miguel. Esa mañana decidimos dar una vuelta por Joensuu para poder verlo a la luz del día, no como la noche anterior. Aparcamos el coche cerca de la antigua casa de Rubén, donde vivió varios años, y de ahí partimos a pie.
Miguel nos habla de un juego llamado Geocaching, una especie de búsqueda del tesoro a nivel mundial, y resulta que en Joensuu había decenas de ‘cachés’ por encontrar. Rubén nos lleva a tres que ya tenía localizados, el primero en unas escaleras de madera de una iglesia ortodoxa muy bonita. Mientras estábamos buscando salió un joven cura de largas barbas y se quedó dudando de nuestro interés por sus escaleras. Mejor salir de allí y olvidar ese caché, como nos regañase en finés poca excusa podríamos haber dado. El segundo estaba a un par de cientos de metros de distancia, en un jardín cerca del cementerio de Joensuu. Rubén nos da alguna pista y en seguida encontramos un tupper camuflado de nido escondido en un seto. El último estaba imantado en un banco junto al río. Dimos una vuelta por el cementerio. Muy bonito con sus tumbas luteranas y ortodoxas. La principal diferencia es que aquí el cuerpo se entierra en la tierra y luego se pone una losa de mármol vertical con alguna inscripción. No hay panteones ni nada parecido. Después pasamos por los monumentos a los caídos de toda la zona de Karelia en la Guerra de Invierno y en la Guerra de Continuación (1939-1944). A partir de ese momento se puso a nevar… MUCHO. Entramos de nuevo en el pueblo, bordeamos el enorme río y fuimos a un sitio muy curioso: era una especie de casa de madera típica con tiendas dentro de las habitaciones. Como un mercadillo pero cada tienda en una habitación de la casa. Podrías encontrar tiendas de ropa, de accesorios para la casa, de regalos, etc. Incluso había un bar/cafetería que ocupaba varias habitaciones. La decoración era súper chula y el café asqueroso, pero disfrutamos del ratico mientras nevaba fuera.
Como integrantes de un blog de modelismo, no pudimos evitar ir a la tienda de juegos/minis local. Y realmente es una MUY buena tienda. Tienen algo de miniaturas, juegos de mesa e incluso una zona de airsoft con accesorios y alguna réplica. Allí encontramos una caja de Shadow War Armageddon de GW, totalmente agotada en España, que decidimos comprar entre los 4, por supuesto. Miguel alucinó con la cantidad de novedades de juegos de mesa de importación que tenían allí. Sorprendidos gratamente por la tienda, que además es donde Rubén va asiduamente a jugar.
A la salida decidimos irnos a hacer la compra al Lidl y a ver una zona de trincheras y búnkers de la guerra a las afueras de Joensuu. Cañones incluidos. Dejamos algunas fotos a continuación. Las trincheras estaban completamente restauradas, y podías meterte por ellas sin ningún problema. Menudo agobio debió ser aquello. Este punto fortificado, ahora convertido en museo, formaba parte de la «Suomen Salpa» o Linea Salpa, una línea fortificada de 1200 km que recorría toda Finlandia de norte a sur. Aunque nunca llegó a ser utilizada (la ofensiva rusa del 44 fue parada en otra línea defensiva más cercana a la frontera rusa), contaba con las mejores posiciones de toda Finlandia. Además de este museo, en las afueras de Joensuu aún se pueden ver restos de esta línea defensiva, especialmente las trampas o barreras anti-tanque, formadas por tres o cuatro líneas de piedras de granito colocadas verticalmente cual menires. Por otro lado, como dato anecdótico, la mayor parte de las edificios de Joensuu cuentan con un búnker antiaéreo con puertas de acero en el sótano, que actualmente se usa como trastero (como en la casa de Rubén) o como garaje para las bicis. Ya sabéis, por si Putin se pone tonto…
Con el frío aun en el cuerpo, nos fuimos a comer a casa (ensaladón, que tocaba algo más sano después del día anterior) y después tocó siesta… al fin y al cabo es Finlandia pero somos Españoles. Después de dormir y merendar alguna guarrada, fuimos al curro de Rubén. ¡Pedazo laboratorios! No nos enteramos muy bien de su trabajo 🙂 pero le vimos manejar tubitos y líquidos de colores. Parecía una peli. También conocimos a su compañera de trabajo, una finesa un poco silenciosa que también maneja cosas chungas. Después, a dar un paseo por los bosques de detrás de casa de Rubén. Lagos congelados y tooodo cubierto por muchos centímetros de nieve. No nevaba en ese momento. Qué bonito es aquello, la verdad. Tampoco pudimos andar más de un par de kilómetros, pues la noche ya se nos echaba encima y decidimos volver.
DÍA 3 – 28 de Abril
Según el planning organizado por Rubén, el viernes tocaba visita al parque natural de Koli, a 75 km de Joensuu (algo más de una hora por carretera). El paisaje de Finlandia es increíble, especialmente para los que venimos del Mediterráneo. Los bosques boreales, los miles de lagos, la llanura infinita de árboles… (sí, Finlandia apenas tiene montañas). El parque es un buen resumen concentrado de todo este espectáculo. El temporal de nieve ha parado hoy dejando una estampa de nieve muy navideña. Nos equipamos para el frío, botas de montaña, ropa impermeable, mochilas con agua y unas cuantas makkarat (salchichas finesas) con sinappi (mostaza), con la idea de hacer un fuego en alguno de los puntos habilitados en el parque. Esto es algo que en España sería impensable. Pero en Finlandia, debido a la humedad reinante, se pueden hacer fuegos dentro del parque (aunque solo en los sitios habilitados, que normalmente tienen una leñera y hacha para cortar tu propia leña). En torno a las 9:00 AM llegamos a Koli, ubicado en una de las pocas montañas del país, dejamos el coche en el último hueco del parking y cogemos un ascensor horizontal panorámico que nos sube en unos minutos al “campamento” base (balneario, restaurante y museo). Dudamos si alquilar unas raquetas, pero viendo el coste por persona (35 euros), decidimos arriesgarnos e ir con nuestras botas de montaña (CASI lo llegamos a lamentar).
Aunque la nevada había parado, toda la nieve acumulada de los días previos había dejado entre medio y un metro de nieve en TODO el parque. Por suerte, había un pequeño camino de 50cm de ancho de nieve apelmazada y marcas de colores en algunos árboles que según nos comentó Rubén, se encargan de marcar al principio de temporada los empleados del Parque mediante puntos de colores pintados cada X árboles o con lazos colgando de las ramas, y que luego son mantenidos por el continuo reguero de visitantes. La primera parada es Ukko-Koli, el punto más conocido y mirador del lago Pielinen, que es la foto más característica del parque.
El mirador es una enorme roca de granito en lo alto del Parque con una vista espectacular de varios lagos y toda la taiga. Con un poco de miedo, debido a que estaba cubierto de nieve y hielo, subimos a lo alto y tiramos unas cuantas fotos. Tras un breve descanso nos ponemos en marcha en busca del “Punto de fuego” para cocinar nuestras makkarat. Durante casi dos horas nos cruzamos con un par de personas y vamos recorriendo el parque atravesando la nieve. El problema de tanta cantidad de nieve es que las señales de las bifurcaciones están sepultadas, sólo sobreviven las más altas, por lo que más que seguir una ruta la vamos intuyendo. Llegamos a un claro siguiendo una de las señales y vemos dos posibles “rutas” hasta el fuego. Optamos por la de la derecha, más ancha y con más luz, pero SIN camino trazado. Nadie ha pasado por ahí desde hace varios días. Tras una hora de recorrido cuesta arriba abriendo camino en 30-40cm de nieve, decidimos dar la vuelta. Ni hay fuego, ni marcas en los árboles, ni hay gente. Bajamos al claro y tomamos el camino de la izquierda, estrecho y tremendamente empinado. Sin saber a dónde nos lleva, Marcos y Rubén se adelantan como exploradores y descubren que arriba del todo hay otro mirador con una parejita almorzando. Sería la Cota de la salchicha, ya que sin encontrar el fuego (probablemente sepultado por más de 1 metro de nieve aquí), decidimos sacar las vituallas y llenar los estómagos. Todo regado de una especie de sidra finesa sólo apta para ciertos paladares. El frío comienza a hacerse notar, especialmente después de comer, por lo que nos ponemos en marcha de nuevo en busca del campamento base. Tras otras dos horas de viaje, llegamos a la civilización. Estamos agotados, caminar por la nieve virgen es extremadamente cansado. Las botas se hunden, hay que hacer un sobreesfuerzo para levantar sacar el pie del agujero y avanzar un paso… nos íbamos turnando abriendo la marcha para no acabar extenuados. Probablemente la lesión del tobillo de Omar se incrementó por este simpático paseo por la nieve. Marcos saca la pajita más corta y le toca conducir de vuelta a Joensuu mientras los otros tres cestos se quedan fritos. Llegamos a casa de Rubén para descansar un rato, mientras Marcos intenta dormir un poco, Omar, Miguel y Rubén están de coloquio.
Por la noche Rubén nos lleva a una pizzería en el centro de Joensuu, no sé si sería porque estábamos hambrientos o porque realmente estaban MUY buenas, pero nos encantó la cena. Esa noche había fiesta de hermandades de la Universidad, por lo que toda la juventud del pueblo estaba por la calle con monos de colores según la facultad y llenos de parches de patrocinadores y sellos de sus “logros” (normalmente asociados con la ingesta de alcohol). Un triste billete de 5 euros abandonado en la acera nos “regaló” unas gominolas que nos acompañarían en el plan nocturno: ver la versión extendida fan cut de Prometheus en VSO (más friki imposible, seguro).
DÍA 4 – 29 de Abril
El sábado era el día de la partida de airsoft. Rubén nos lleva diciendo estos 3 últimos años que las partidas en Finlandia son increíbles… lo veríamos en un rato…
El campo, o mejor dicho, la zona de juego está como a 30-40 minutos de Joensuu. Una zona boscosa, antiguos cuarteles y zonas de entrenamiento del ejército finés. Podéis imaginaros la cantidad de zonas para jugar allí. Ese día tocaban partidas dentro de un edificio de 4 plantas, ¡Close Quarters Battle (CQB) a tope! Es curioso, porque la mayoría de los jugadores (16 en total) eran niños, y pensábamos que serían más tramposillos que los adultos; pues todo lo contrario.
Nos cambiamos y pertrechamos en una sala, saliendo enseguida a una subasta de material en la que había un poco de todo a precios de risa. Marcos cogió unas rodilleras y una correa de 2 puntos, Miguel una pernera para pistola y Rubén bolitas y una bolsa nueva para su rifle corto de CQB. A los niños sus padres les daban 20 eurillos cuando les dejaban allí para que se comprasen algo. Para ellos es como una actividad extraescolar en España: les traían y luego les recogían al terminar. Da igual que fueran vestidos de militares/mercenarios con réplicas de armas mortíferas… mortíferas… mortíferas…
El edificio dispone de 4 plantas y debe medir unos 50 metros de lado a lado, con escaleras a ambos lados. Por tanto, puedes subir a todas las plantas por un lado o por otro. Todos los pasillos de las 4 plantas están rodeados de puertas que dan a cuartos y llenos de barricadas. Película total, de verdad. Impresionante. Las primeras partidas fueron un mata-mata habitual por equipos. Al terminar esta primera fase, le pedimos a Leo (un chico con raíces rusas que lleva el club de airsoft, majísimo, no como los fineses) que nos dejase ir a los 4 españoles en un mismo equipo. Y organizó un tipo de juego de asalto en el que nosotros 4 y un chavalín finés eramos antiterroristas que debíamos ir liberando de terroristas cada planta hasta llegar a la tercera. Empezábamos en la planta baja, y cada terrorista muerto debía subirse a la siguiente planta y apostarse allí a esperar. Cuando creíamos que estaba limpia una planta, debíamos hacer sonar un megáfono para avisar a los terroristas que subíamos a la siguiente planta. D-I-V-E-R-T-I-D-Í-S-I-M-O. Posiblemente la mejor experiencia de airsoft que hemos tenido. Las dos rondas finales eran de activar unos interruptores que había en cada planta. Teníamos varios minutos por ronda, y al finalizar el tiempo, se contaban cuántos interruptores estaban de cada color. Al finalizar las 3 rondas, ganaría el equipo que más interruptores hubiera conseguido dejar de su color. Muy muy divertido también, ya que es un tipo de juego mucho más estratégico, cubriendo mucho más zonas y dejando gente apostada para defender los interruptores ya puestos del color de tu equipo.
Hay que decir que Omar era la primera vez que jugaba al airsoft, llevaba varios años dudando de que le fuese a gustar… y flipó de verdad. La lástima es que se fastidió bastante un tobillo. Estuvo el día que nos quedaba bastante tocado y el lunes ya en Madrid se le inflamó como una pelota y se le puso moradito moradito… ¡pero qué bien te lo pasaste, canalla! 😉
Como a las 18 de la tarde nos volvimos a Joensuu, nos duchamos y directos al pueblo… ¡a por otras hamburguesas como las del miércoles! De verdad, qué PEDAZO de hamburguesas. No tienen nada que ver con Finlandia, pero los americanos que llevan ese garito saben lo que se hacen… espectaculares.
DÍA 5 – 30 de Abril
Llegamos al último día de nuestra aventura. Tenemos por delante cerca de 5 horas en coche hasta Helsinki. Con la idea de ver un poco los puntos de interés de la capital, decidimos salir muy temprano teniendo en cuenta que debemos estar en Vantaa (aeropuerto) a las 14 PM. A las 7 de la mañana nos levantamos, empacamos todo y tras un frugal desayuno, nos despedimos de Rubén, ¡¡muchas gracias por la hospitalidad!! y ponemos rumbo al sur. Durante todo el recorrido no dejamos de ver todo cubierto de nieve, en los últimos días ha nevado muchísimo, aunque las carreteras están limpias. A medio camino paramos para cambiar de chófer y tomar un refrigerio. Con las experiencias pasadas de los cafés de carretera, esta vez sí llenamos los vasos hasta arriba. Probamos una especie de ensaimada del norte que estaba espectacular y volvemos a la carretera. Sobre la 13:00 alcanzamos los arrabales de Helsinki. Omar se pone en contacto con el simpático Dino para coordinar la entrega del coche (es domingo y no está abierta la base, teníamos que avisarles con una hora de antelación). Para nuestra consternación, teníamos comprometido por contrato la entrega a las 12:00, por lo que debemos pagar un día extra de alquiler (aunque ya veremos después…). Viendo que la multa nos la vamos a comer igualmente, decidimos aprovechar una hora y ver algo de Helsinki. Solo podemos hacer una parada a pie y debemos elegir: ver el museo del ejército con un Stug G y un T-26 en la puerta, además de varios cañones anticarro (PaK 40) y artillería (ZiS), o visitar el centro de Helsinki. Creo que la decisión es lógica. Aparcamos el buga al lado del museo y tiramos unas cuantas fotos de los vehículos aparcados en el parking. Marcos saca su memoria fotográfica y en un sprint de 15 minutos en coche nos hace una intensa ruta turística por las principales atracciones de la ciudad: catedrales ortodoxa y luterana, plaza mayor con ayuntamiento, mercado del puerto y estación de Gotham, digooo de Helsinki. Paramos a comprar fiambres y pan para preparar unos bocatas y vamos a entregar el coche.
Como debíamos llenar el depósito antes de la entrega, paramos en la gasolinera que está a tan solo 200 metros de la base de alquiler de coches. De alguna forma, Dino nos ha visto, ¡nos ha visto! y se acerca rápidamente con un esbirro. Omar negocia con él y a cambio de dinero en metálico, solo nos cobra la mitad de la “multa” del día extra, ¡gracias Dino, gracias por ser tan mafiosete! Nos ha pillado a medio llenar el depósito, ya que son estaciones de autoservicio en prepago, por lo que vamos echando poco a poco dinero para llenar todas las rayitas del coche. Pero no nos da tiempo… Dino se sube en nuestro coche, nos da los móviles y cables que tenemos en la guantera y nos lleva al aeropuerto a toda prisa, cobrándonos 10 euros extra de gasolina porque el depósito no está lo suficientemente lleno. Qué turbio el amigo Dino. Ya en el aeropuerto nos tomamos con calma la vuelta, aún nos queda volar a Estocolmo, esperar 3 horas de escala y tomar otro vuelo a Madrid de unas 4 horas.
Un magnífico viaje que hemos disfrutado los 3 que viajamos y el gran Rubén allí en Finlandia. ¡Gracias por tu acogida, tío grande! 😉
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